Así como los empresarios usan la tercerización del trabajo para profundizar la explotación, el gobierno terceriza la represión, para hacerla más eficaz y con menos costo político que cuando directamente manda sus policías y gendarmes.
Desde 2003, hemos visto con frecuencia creciente cómo el gobierno peronista de los Kirchner delega la represión en patotas de la burocracia sindical para amedrentar a los trabajadores. Como con los docentes, los estudiantes, los trabajadores del subte, del hospital Francés y del Garrahan, por poner unos pocos ejemplos, esta modalidad represiva permite al gobierno “lavarse las manos”, porque no es el aparato represivo formal el que ataca a los trabajadores, y también sirve para deslegitimar las luchas, con el aporte de los medios que titulan “interna entre gremios”. Así, con la intervención mancomunada de las empresas, la burocracia sindical y el gobierno, siguen queriendo disciplinar a los trabajadores organizados.
Con el asesinato de Mariano, suman siete los muertos por la represión en marchas o manifestaciones durante el gobierno de los Kirchner. Mariano Ferreyra suma su nombre a la lista que se iniciara en Jujuy, durante una movilización contra la tortura, con Luis Cuéllar, en 2003, y que continuó con Carlos Fuentealba (docente, Neuquén, 2007); Juan Carlos Erazo (trabajador del ajo, Mendoza, 2008), Facundo Vargas (Talar de Pacheco, 2010), Nicolás Carrasco y Sergio Cárdenas (Bariloche, 2010), los tres últimos en manifestaciones contra el gatillo fácil policial.
PS: reconózcanme la originalidad de mencionar a Oppenheimer y Correpi en el mismo post.
Yo te reconozco la originalidad. Bravo.
ResponderEliminarY señalo también lo interesante de que un liberal socialdemócrata como Gelly cite a una organización antirepresiva de izquierda para criticar al kirchnerismo. Esto es una prueba más del potencial del peronismo para aglutinar, tanto en sus filas como en las de enfrente.
Abuelas y la línea de Madres de Bonafini no estuvo en la marcha de hoy.
ResponderEliminar*estuvieron
ResponderEliminarFestejará Hebe la muerte de Ferreyra del mismo modo que festejó los muertos en las torres gemelas?
ResponderEliminarhttp://www.losandes.com.ar/notas/2010/10/21/presidenta-recibio-bonafini-crimen-ferreyra-522533.asp
ResponderEliminarLo de la tercerización de la represión que dice Correpi es bien interesante. Yo creo que sería un mejor síntoma incluso que a Ferreyra lo hubiese matado la policía. En fin.
ResponderEliminarBuenas noches. Diego, otra vez.
ResponderEliminarMe surgió una duda ¿Qué sería lo interesante de que un liberal socialdemócrata como Gelly cite a una organización antirepresiva de izquierda para criticar al kirchnerismo?
Ojo que a Duhalde le hicieron protestas ENORMES, muchisimo mas grandes que la de el otro dia.
ResponderEliminarY el gobierno de Menem fue un gobierno muy "protestado" tambien, no tengo datos sobre concurrencia y demas pero apelo a su memoria.
@Diego:
ResponderEliminarMe adelanto a Mustard. A mí me parece interesante que le parezca interesante a alguien que usa el estereotipo emocional "liberal socialdemócrata". Me da esperanza de que en algún momento se le acumule la disonancia cognitiva y empieze a discutir argumentos en lugar de contentarse con rotular a los otros.
No todo está perdido.
Mi comentario viene a cuento de conversaciones personales con Gelly. Relajate, Quijote, es un blog.
ResponderEliminarDiego, lo mismo que a Quijote: es un comentario en broma, en referencia a conversaciones personales con Gelly, no tiene sentido aclararlo.
ResponderEliminarMi repulsa por el Estado desde la perspectiva utópica del anarcocapitalismo (para el mundo real prefiero las democracias liberales: mal necesario) me une indisolublemente con Correpi. Correpi tiene una utopía distinta de la mía, marxista, pero también anarquista. Los extremos se tocan. Y supongo que también piensan sus militantes que mejor están las masas en Suecia que en la Argentina. Así que la coincidencia, tanto en última instancia como pragmática, es bastante grande.
ResponderEliminarEso es muy cierto.
ResponderEliminarYo apuntaba precisamente a esa diferencia de análisis: uno tiene un enfoque de clase duro y tradicional y Gelly, en cambio, suele pensar el Estado desde una visión liberal más clásica. Por supuesto, pueden tener muchos acuerdos frente a un enemigo común.